miércoles, 31 de diciembre de 2008

The Renegades "13 women"

Hay demasíadas letras y muy poco rock en este espacio, así que, tratando de remediar esta falta, me disculpo con esta verdadera joya de 1966 que espero disfruten.

¡Feliz año!

lunes, 22 de diciembre de 2008

Las tres caídas de Juan Manuel Márquez


No deja de ser curioso que una publicación como El País tenga en su libro de estilo un principio donde señala que: “La línea editorial del periódico es contraria al fomento del boxeo, y por ello, renuncia a recoger noticias que puedan contribuir a su difusión”; a pesar de este rechazo a "lo violento", El País no tiene problemas con la tauromaquia, que no es un espectáculo tierno para ser sinceros.

Sirva esto para ver a qué grado puede herir susceptibilidades el box: sí, es un deporte brutal; corrupto, la mayor de las veces, y, hay que decirlo, morboso en gran medida. A mí, me encanta.

Mi padre era un gran aficionado al box y disfrutaba mucho ver con él las funciones sabatinas en la noche veracruzana, sentados en las mecedoras de la sala, con las puertas y ventanas abiertas, la luz apagada y el ventilador discreto, cada quien agitando una toalla para mantener alejados a los mosquitos. Cerveza para él, agua de limón para mí.

Y es extraño porque no me considero una persona agresiva ni violenta. Yo nunca he visto al box de esa forma, al contrario: para mí, siempre representó una gran metáfora del triunfo de la voluntad personal, una prueba soberbia de resistencia, valor y fuerza; también lo tengo como uno de los pocos gustos comunes entre mi padre y yo.

Y es que el boxeador que realmente aspira a triunfar (y durar) debe pasar por una serie tremenda de sacrificios y disciplinas que le permitan llegar pleno a un campeonato: entrenamientos exhaustivos, depuración de técnicas, presión de promotores y entrenadores, dietas terribles para mantener el peso, deshidratación antes y después de la pelea, evitar vicios y excesos, para que al final, a la hora de subir al ring, esa preparación de años haga la diferencia entre ganar y perder; además, necesita algo que sólo corresponde a cada espíritu: una determinación inquebrantable y una voluntad capaz de superar la fatiga y los castigos físicos imposibles para el resto de los seres humanos. En resumen: una concentración casi monacal que no sólo involucra la disciplina, sino también el valor guerrero de enfrentarse conscientemente a alguien que sabes te va a herir.

Me fascina ver cómo el buen boxeador cae, se levanta y sigue luchando, a veces para llevarse la victoria y toda la gloria; otras, para acabar casi muerto, derrotado, humillado, olvidado. Es un drama insuperable, real como la vida misma: no hay concesiones, no te puedes esconder, cansa y duele, es sin prórroga: al sonar la campana, tienes que salir a pelear, aunque el adversario sea mejor que tú, aunque ya no tengas fuerza para luchar, aunque no puedas soportar un solo golpe más en tu rostro.

Con esta idea, va toda mi admiración a Juan Manuel Márquez, un boxeador que está en la palestra mediática del Youtube más por sus derrotas que por sus victorias. Aunque es el actual campeón de las 135 libras, le tocó crecer bajo la sombra de dos súper estrellas mexicanas: Marco Antonio Barrera y Erik Morales, por lo que tardó mucho en sobresalir; Márquez se ha hecho de un nombre frente a los reflectores de HBO como un peleador digno de reconocimiento, demostrando en cada pelea su gran condición y talento; pero siempre será recordado por su dramatismo en las caídas que sufrió contra el campeón filipino Manny Pacquiao, un verdadero tigre-boxeador, el último gran verdugo del boxeo mexicano.

Y es que Márquez, por paradójico que se escuche, ganó esta infame atención en dos combates llenos de belleza y verdad, con un derroche de técnica y habilidad superior a la de Manny Pacquiao; sólo dos cosas lo separaron de esta gloria que se antoja robada: mandar a la lona al filipino y no ser derribado.

En el box, el knock down lo es todo; la diferencia con el nocaut es que éste es el fin de la pelea. Una caída impresiona a los jueces y al público, da los mayores puntos, avergüenza eternamente al boxeador: es un lastre imposible de quitar por el resto de la pelea y de la vida. Márquez encontró los demoledores puños del filipino cuando mejor estaba boxeando, cuando mejor lucía, cuando tenía las mayores posibilidades; el knock down lo fue todo, y a Márquez no le alcanzó todo su counter pounch acumulado; y se quedó a un paso de quedar en la historia como el hombre que frenó la consolidación del llamado "Mexicutioner" y ser el número uno del mundo "libra por libra".


Particularmente, en el primer encuentro que tuvieron, cuando ambos estaban en ascenso y era la oportunidad de ambos para llegar al cielo boxístico, Márquez sufrió tres caídas en el primer round, algo insólito para una pelea de esa categoría y para un boxeador como él; simplemente nadie podía creer lo fuerte y rápido que pegaba el filipino. Al final del asalto, Márquez tenía la nariz rota, un público enardecido por la sangre y once rounds más por pelear. Nadie creería hoy que no sólo acabó la pelea, sino que rescató un empate por la excepcional cátedra de boxeo que dio esa noche. Manny Pacquiao no es ningún dulce, ha derrotado por nocaut a todos los grandes boxeadores mexicanos: Morales, Barrera y recientemente Óscar de la Hoya; terminar ese encuentro, en esas condiciones, nos habla de un espíritu imbatible, de un arrojo y una superioridad moral pocas veces vistas en cualquier aspecto de la vida.

Sólo por esa pelea, considero a Márquez como una verdad, un boxeador de donde sale lo que más admiro de este deporte, y sobre todo, un hombre real, un brote de sabiduría sólo comparable con esa dura realidad resumida por Hemingway en El viejo y el mar: “Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”.

Vale la pena mirar la pelea completa.



viernes, 19 de diciembre de 2008

Fragmentos de una correspondencia perdida 4




Cuántos días y minutos oscuros me llevó alejarme de la bestia que vive en ti, esa que cuando la música suena y corren los vinos, todo lo aplasta y devora en su calor animal.

Y me puedo romper hasta el último de mis huesos, resbalarme y caer hasta el fondo de tu mirada de piedra, y será inútil:

Vendrás con los dientes, las uñas y el suave olor de tu cabello.

Vendrás como una bestia de saliva quemante, con tu circundante, absoluto, invisible ardor.

martes, 4 de noviembre de 2008

Tideland




No es extraño que Tideland haya provocado opiniones tan diversas que van desde considerarla un verdadero asco hasta la de tenerla ya como una obra maestra; esta vez Terry Gilliam “se ha volado la barda” al presentarnos un arriesgado film sobre la imaginación infantil, donde presenta con mucho oficio dos tabúes de nuestros tiempos: la convivencia con las drogas y la sexualidad de una niña.

Y es que Jeliza-Rose, la protagonista, es lo más fiel a lo que podríamos llamar un “Real Wild Child” posmoderno, una sobreviviente de un mundo funesto. Sin tremendismos, con mucho humor e imaginación, el director resuelve con gran talento la complicada tarea de darnos la perspectiva fantástica de una pequeña, inocente y dulce, en un ambiente degradado al extremo por la disfuncionalidad de sus mayores que la rodean.

Los padres de Jeliza-Rose son un par de adictos terminales; al morir la madre a causa de una sobredosis, el padre decide partir a la casa de campo de la abuela; el lugar está en ruinas, abandonado en la nada de una gran pradera, donde los únicos vecinos son una pareja de hermanos bastante extraños: una tuerta aficionada a la taxidermia y un joven retrasado mental que sueña con matar al “tiburón”: el tren de pasajero que atraviesa cada día por esa zona. Este crecimiento entre verdaderos seres torcidos conmueve y asombra por el delgado hilo, siempre a punto de romperse, de la inocencia infantil y los peligros que la rodean.

A pesar de que esta evasión infantil no es algo nuevo (recordemos El laberinto del fauno), la visión de Gilliam es mucho más cruda y cercana a la realidad contemporánea; el ambiente de Tideland está cargado de una severa esquizofrenia, rodeada de drogas y sexualidad malograda, que logra ser amortiguada y superada por la imaginación infantil, y que logra desarrollarse sanamente hasta donde le es vitalmente posible.

¿Por qué algunas personas abandonaron la sala de cine antes de que terminara el estreno de esta película en el festival de cine de San Sebastián? Creo que Tideland destroza esa bella capa protectora que acompaña al cine sobre niños y nos ofrece un real equilibrio entre candidez y brutal realidad, donde la niña, soñando con príncipes y besos, se enamora de su vecino retardado y juegan darse besos a escondidas, sin que esto signifique más que un juego infantil, además de convivir naturalmente con sus padres drogadictos al grado de prepararles la jeringa de heroína como si preparara el jugo de naranja para el desayuno.

Lo cierto es que el espectador no sólo se instala en la realidad fantástica de la niña,sino en una buena parte de su psique, y eso es lo que más inquieta y encanta de la película, pues para el adulto, la realidad de la pequeña le resulta demasiado peligrosa y todo el tiempo teme el inminente desastre entre la realidad y la fantasía; sin embrago, al final, el instinto de supervivencia de la nena es más fuerte que cualquier "realidad" que queramos creer.

Sin duda, Tideland es una película que va a trascender: tiene el espíritu actualizado de Alicia en el país de las maravillas y la extraordinaria puesta en escena “on acid” que Gilliam ya utilizó en Twelve Monkeys y Fear and Loathing in Las Vegas. De lo mejor de este año.


martes, 28 de octubre de 2008

Levedad




Todo empezó sustrayendo el peso de mi cuerpo: volaba sin movimiento, acompasado por el aire inmaterial de los sueños. Mi espacio era agua sobre la superficie, como una lluvia de infancia que todo lo alimenta. Tenía mil ojos, un solo rostro; cientos de manos, un solo tacto. La presencia estaba bordándome las venas.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Sun King




A veces, el sol es mi certeza más profunda, la única ficción posible sobre el cuerpo.

La campana del día se expande en mis oídos
y su percepción es total:
la voz habla donde no es.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Survival



(Apenas despierto tengo esta certeza: el día que me vaya de aquí seré un sobreviviente)

Una mañana hostil, una mañana que no recuerdo, viajaba dormido en camión para el trabajo mientras la gente subía y subía en mi sueño; al despertar no hubo nadie; entendí que a esa hora nadie sube y nadie baja: todos soñamos.

Fragmentos de una correspondencia perdida (2)





Igual que se bordea un espejismo, yo doy vueltas sobre tu presencia con pasos lentos, casi imperceptibles, para que no escapes; equilibrio ritual hacia una persecución de significados, necesidad de límite que defina mi posición ante ti, la distancia. Apenas mi mano se mueve y tiemblo, como si el amor fuera una fobia de ratas, un miedo más potente que cualquier deseo. Y despacio avanzo sobre este insoportable clima de respeto; bajo el peso de una prudencia que me asfixia.

Sin embargo, cada segundo estoy más cerca de tocar el festín de los sueños. Las nervaduras de mi cuerpo se tensan: mis poros atisban el recelo bajo tu vientre, esa maravilla espesa. Y llegado el momento, cuando la primera detonación salga de mis dedos y te perfore el orgullo, no existirán palabras ni tiempo: todo será tan instantáneo y volátil como un principio corporal, asidos a nuestra naturaleza de espejismos, deseando ser piedra, mar o río, desvanecidos en el aire, como playas que no encuentra el mar.

lunes, 25 de agosto de 2008

Carpentier, escritor tropical


Alejo Carpentier y Severo Sarduy: la experiencia americana que rompió sus diques


Debo confesar que siento una entrañable empatía con el pensamiento de Alejo Carpentier. Algo de origen y calor. Su Problemática de la actual novela americana vino a mí como una respuesta que nunca había exigido, como la estructura racional de aquello que para mí siempre fue raíz.

Cada año regreso a Veracruz; específicamente: Cosamaloapan. Recuerdo una tarde que intenté leer a Borges en pleno verano. Mis padres no tienen aire acondicionado; sólo ese letargo motorizado llamado ventilador. Necesitaba leer: “El hombre de la esquina rosada” para un trabajo del colegio. El aire de la tarde, denso, casi material, se llevaba a gajos toda mi voluntad y entendimiento; a cada renglón, a cada párrafo que intentaba descifrar en el entresueño, mi imaginación ponía partes apócrifas a la narración e hilaba, con el pegamento de la canícula, la historia que ya no estaba leyendo sino soñando, preso en el estupor de los cuarenta grados tropicales del sur veracruzano. Así fue como tuve un Borges mitad escrito, mitad imaginado: parataxis inducida por el narcótico del verano.

Pensé: ¿cómo se puede llegar a ser un intelectual en estas condiciones?

La lectura es imposible en el trópico mexicano: todo intento de alta cultura se deshace entre el castigo del sol y el impulso natural de moverse, como si el calor dilatara los impulsos corporales y paralizara el intelecto. Sin duda, esa es la razón por la que la capital intelectual del Estado de Veracruz es Xalapa: un bosque húmedo donde la lluvia y la neblina se imponen como de manera estricta por más de la mitad del año; ciudad propensa al anonimato, la depresión y, por ende, a la filosofía.

Del puerto de Veracruz a Xalapa tan sólo hay una hora de distancia, pero sus ambientes son tan disímiles como podrían serlo dos continentes: el puerto es lúbrico y trepidante; orgulloso mar al fin y al cabo. La capital es fría, discreta, sedentaria: esposa fiel que la niebla censura. Eso fue, para mí, lo cotidiano; crucé y sigo cruzando esos ambientes extremos, adaptándome a su extraño humor climatológico, empacando la chamarra si iba para el norte, o bien el short y el bronceador camino al sur.

En un momento así, creo, vinieron las ideas de Carpentier.

Pensar la experiencia de la lectura y la creación desde nuestro contexto americano tuvo, forzosamente, que admitir su peculiaridad de sal y color. Los paraísos tropicales, con su clima sexual, de fruta carnosa y palpitante, distan mucho del bosque sabio, de honrado pino e intimidad invernal del paisaje europeo. Carpentier lo muestra en su obra al retratar las ideas europeas que dan al traste en un contexto mulato, mestizo, lleno de la asimetría, que devienen en el surrealismo de la yuxtaposición de lo civilizado y lo salvaje de la América Poscolonial.

Esa observación llevó a Carpentier a afirmar que: “El barroco es el legítimo estilo de novelista latinoamericano actual”. Punta ideológica que sintetiza el sentir del cubano frente a un mundo siempre por descubrir, y que se concretaría en su novelística y en la escuela del Neobarroco Cubano, que tuvo entre sus filas a Lezama Lima, Cabrera Infante, entre otros. Por su parte, Severo Sarduy, otro cómplice habanero, apoyó y sustento esta aseveración con su ensayo sobre el neobarroco, que significó la racionalización de la bandera ideológica con que navegarían estos escritores, donde clarifica las tendencias y señala su gestación, similitud y diferencias con el barroco de la antigua España.

Sin embargo, esta reflexión, a pesar de haber sido producto de esa particular situación intelectual americana, se ha salido de sus cauces y ha llegado a otras instancias: ha coincidido, en sus postulados, con un clima cultural del mundo, donde la hibridación y mestizaje se convierte en la tendencia de la llamada posmodernidad. Los fenómenos de la educación europea injertada en tierra americana han dejado de ser una peculiaridad regional para convertirse en un fenómeno que crece en la actualidad y futuro del mundo; los valores de la modernidad, último avatar de la cultura renacentista, viven una etapa de crisis profunda, un cuestionamiento de sus mitos más queridos, un crepúsculo de dioses sustanciales como podrían ser los conceptos de identidad y nación. Una horda de nuevos bárbaros y nuevos conquistadores han entrado a escena: por un lado, los crecientes flujos migratorios (que Roger Bartra ha llamado: las “culturas líquidas en la tierra baldía”, siguiendo el poema de T. S. Elliot); por el otro, la invasión total de la cultura norteamericana en todos los recovecos del mundo, pugnando así una nueva cruzada cuyo dios y grial es el hiper-consumismo y la fragmentación.

En este contexto, el mestizaje americano es ya un antecedente universal. Un primer laboratorio de culturas en contacto, de choque civilizatorio, que bien puede explicar, mirando en retrospectiva, lo que puede venir. Así parece mostrarlo la ya mencionada tendencia migratoria en el mundo, el avance de las tecnologías rompe-fronteras y el nuevo colonialismo ideológico, homogenizador, de los emperadores del marketing.

En resumen, vivimos hoy, en América y el mundo, la lógica cultural del capitalismo tardío -como la llamó Frederic Jameson-; un proceso cultural que guarda muchas similitudes con el proceso de conquista y contraconquista americano, con sus orígenes y consecuencias, y que en su expresión artística comparte tendencias al bricolaje, la descentración, la parodia, gusto por la intertextualidad, la carnavalización, la saturación, el despilfarro, entre otras, empatando ideas de pensadores en apariencia lejanos, como podrían serlo Severo Sarduy y Frederic Jameson.

miércoles, 18 de junio de 2008

Algo sobre san Juan de la Cruz


(Qué bueno era escribir sobre esto....me pregunto si algún día podré hacerlo otra vez)




Para hablar de lo infinito, se tiene que utilizar otro recurso igualmente infinito: el símbolo, un lenguaje con significado inestable y de constante regeneramiento; sin límite semántico y provocador de reflexiones que se abren perpetuamente, pues sus propósitos comunicativos así lo exigen. ¿Cómo explicar las transiciones del alma que requiere unirse a Dios? En esa colosal tarea, san Juan tuvo que perseguir una analogía o correspondencia en el mundo material para mostrar una realidad sensible, y entre los muchos símbolos que utilizó, el de la noche oscura es el más importante de todos, ya que tiene todos los elementos de su poesía: la noche es profundidad de Dios y el abismo sin fin de su naturaleza; es la ansiedad por el misterio, el peso de lo que no se ve, el miedo de verse impedido por la penumbra; la noche es el éxtasis de los amantes, la hora secreta que esperan los enamorados para fundirse en un solo latido del corazón, en secreto, con la licencia que da la oscuridad para hacer lo que el día cohíbe con su deslumbramiento; la noche es calma, el dormir; el sueño que reconforta o atemoriza; la hora reflexiva donde las ideas encuentran el silencio necesario; la noche es amenaza, un temor a lo desconocido, el abismo de la fe, el camino a ciegas hacia el Misterio; asombra, conmueve, motiva y emociona; nadie conoce su principio, nadie conoce su fin, porque todo el universo es noche. La noche es el símbolo perfecto para describir a Dios.


De: La noche oscura de san Juan de la Cruz (fragmento)

lunes, 19 de mayo de 2008

The Dream is Over


The dream is over

What can I say?

the Dream is Over

YesterdayI was the Dreamweaver

But now I'm reborn

I was the Walrus

But now I'm John

and so dear friends

you'll just have to carry on

The Dream is over

J. Lennon


Pasaron los tiempos de esperar el futuro y de buscar a Dios, de encontrar nuevos mundos y otros estudios, de aprender un arte o practicar un deporte; se acabaron esas fuerzas extrañas y bruscas reclamando un lugar en el mundo, esa pesquisa por la realidad que tanto me angustiaba mientras despertaba tardísimo y sin prisas. Se acabaron las especulaciones amorosas, la eterna baraja de los rostros y los cuerpos, insaciable y soñada; los paraísos por conocer, la tierra prometida, el cuerpo sin grasa, inagotable. Se acabó.

Todas esas apuestas al destino el tiempo las va sellando como una máquina formidable, como un tasador enorme, implacable y sordo, y las hojas de los días muestran su veredicto brutal en la circulación fresca de los niños, en la renovada estupidez de los adolescentes, en las nuevas emociones ya estériles en mi corazón, en la creatividad nueva, abundante y ajena, en las palabras guardadas, perdidas, gastadas, inútiles ya por falta de espacio y tiempo, en la música que no sabes, en el cine que no ves; en la inexorable rutina del trabajo, en la intrascendencia del mismo.

Estoy plantado en una hora sin falsas cortapisas, en vilo, despierto, casi con insomnio, porque no me doy al soñar y tampoco descanso. La intuición se ha vuelto lenta, pero he ganado visión y panorama. Todo se empieza a descomponer sin dolor; uno ve, con un poco de bostezo, cómo pasa la sangre y los motivos hirvientes de la mañana y el mediodía, tranquilo y sin prisa, esperando una resolución sin fatigar la carne, emocionado sin explotar, a salvo de toda amenaza o falsa promesa urdida por el futuro.


viernes, 9 de mayo de 2008

School Lovers


Eras la primavera del sol y el verano de la lluvia
y nuestros pasos se extendían prendados a la noche
con un mismo palpitar sudoroso,
como capricho de aves cautivas
o el vuelo de la mariposa
en ciernes

Portishead: Third


Como un hermoso fantasma del pasado, Portishead ha vuelto a inquietar el panorama musical con su nuevo disco Third, catorce años desde su debut en 1994.

¿Cómo recibir a este perturbado espíritu después de tantos años de sólo recordarlo? Sorprendentemente, esta banda ha llegado a su tercera grabación con la misma fuerza y originalidad que en sus trabajos anteriores; sin embargo, este disco se decanta por el lado sombrío de su música: hay una atmósfera de amarga madurez que se aleja totalmente de la sensualidad lounge y exquisita de Dummy, resultando así una música más profunda, desencantada, rica y oscura.

Third continúa en cierta forma con la tiniebla aún sexy de su segundo disco, enfocándose más en el lado angustioso y opresivo de éste, que en la melancolía amorosa. Hay menos trabajo de D. J. convencional, menos scratch y sampler, y un mayor énfasis en la instrumentación, en el trabajo de la banda como unidad de músicos perfectamente cohesionada en una misma idea musical, que se muestra desoladora, crítica, fría, dura, pero ejecutada a la perfección, llena de talento e inteligencia, sin el mood sentimental, por decirlo de alguna manera, de su obra pasada.

Esto de ninguna manera es un demérito a Third, sino al contrario, es admirable y reconfortante saber que la capacidad de Portishead no es un lindo y anecdótico recuerdo en las listas del pasado: aún es música capaz de sorprender e inquietar, música directa, explorada, bien pensada y ejecutada. Portishead es la unión de un ingeniero de sonido con un poeta, de un pintor con un filósofo existencialista, oscilantes entre la inteligencia y una emoción oscura, fría, mas fascinante; sin falsas posturas ni elaboraciones creadas por el marketing de la industria. Es arte en el sentido más pleno de palabra.

Y como en sus trabajos anteriores, el disco nos deja con ganas de más, con el deseo de seguir escuchando lo que esta banda tiene para el mundo; sin embrago, Portishead no saca discos para “mantenerse vigentes” en el sentido tradicional: cada obra es una expresión única e irrepetible que nació en el momento en que debió de nacer, gestada en el seno del artista y no del productor; es por eso que Third tiene esta frialdad que da la madurez del músico; fuerza, emoción y seguridad equilibradas, aderezadas para el goce con talento e intuición supremas.

¿Este es el regreso de Portishead al mainstream de la música? No es posible saberlo, mas no lo creo; incluso habrá quien se desilusione por no encontrar en este disco la continuación del “soundtrack para hacer el amor” ya localizado en sus obras anteriores. Lo cierto es que si toman tantos años para hacer discos de tal calidad, es preferible esperar todo el tiempo que sea necesario, ya que su score es perfecto: cada uno posee un nivel que sólo los grandes artistas (¿o tengo que decir genios?), son capaces de lograr.



martes, 22 de abril de 2008

Fragmentos de una correspondencia perdida


…nuestros recuerdos son también ficción, porque evocamos las situaciones de una manera fragmentaria que unimos con una pequeña narración para que adquiera sentido; ¿realmente pasaron las cosas como las recordamos? ¿o las recordamos como queremos recordarlas? La mayor parte del tiempo recordamos y percibimos lo que queremos, pues ¿cómo aprehender lo que está fuera de ti?

Y así se va creando un inventario de sueños, los favoritos y los que odiamos, y los sacamos de vez en cuando para que les dé el sol, para sentirnos felices o tristes, con bríos o desanimados, como una canción seleccionada en el Ipod de la vida, que nos acompaña en un determinado momento, en el viaje o cuando vamos a dormir.

Tú eres mi canción favorita porque cambias todo el tiempo en mi mente, a veces eres un blues muy triste que me hace llorar, o una canción de amor que ablanda; también eres una melodía extraña que no conozco y suena a lo lejos, indiferente, como un ruido de fondo al que no se le hace mucho caso. O puedes ser música para bailar y divertirse, simplemente un ritmo que le hace bien al cuerpo.

Lo cierto es que estás aquí, pero eso no existe si no lo escribo: estás aquí. Quiero que sepas que estás aquí, y lo escribo; también yo quiero saber que estás aquí, y busco que los demás sepan que estás aquí, sin saber quién eres, porque mi sueño exige tu presencia.

Y sólo así le doy respuesta a todo lo que un día no pude contestarte…

lunes, 24 de marzo de 2008

"There Will Be Blood"


No dejo de pensar en “There Will Be Blood”, y aún más cuando descubrí este excelente cartel, que me imagino no llegó a exhibirse en México. Es sin duda una película, me atrevo a decirlo aunque luego me pueda arrepentir, de una talla sólo comparable a las obras maestras de Stanley Kubrick.

Y es que Anderson ha logrado plasmar con maestría los cimientos de Norteamérica, hasta donde yo la entiendo. Pero hay algo más que plasticidad en la película: no es una sucia postal del viejo oeste, es una radiografía espiritual, psíquica del alma estadounidense, de sus mitos más profundos.

Este es un sentir que por razones personales logro atisbar bien, pues tal vez ésta es la cultura extranjera que siento más cercana a mí.

A manera de lienzo, una Biblia de pasta oscura gastada, identificada ya por la tipografía dorada y su mensaje en forma de cruz, nos presenta el nombre de la película y del actor principal, con el texto en la parte superior “When Ambition Meets Faith”.

Un hilo de sangre corre por el centro del libro, terminado de formar el símbolo cristiano, de una forma elemental, inquietante, oscura. La soledad en que desciende (o asciende) nos lleva a las imágenes del petróleo extraído del suelo, un líquido rojo, en este caso, emergente de la tiniebla insondable, primaria, o bien, como un significado más próximo a los demás elementos, a la sangre vertida en la tiniebla más profunda del poder y la religión.

Dos mitos fundacionales de los Estados Unidos: el profeta y el self-made bussines man, hombres en el yermo de la existencia, catapultados por sus visiones, por la libertad e infinitas posibilidades de la soledad, de la no-historia, una nueva raíz: la ambición norteamericana es el comienzo del mundo, la Nueva Tierra Prometida, un país donde todo vuelve a empezar.

Y como una negra profecía, “There Will Be Blood” arde en la pradera sureña hace cien años, igual que en el desierto iraquí, hace unos pocos.




Una escena que trascenderá como una de la más impactantes en la historia del cine:

jueves, 6 de marzo de 2008

Enfermedad + Literatura= Enfermedad


En alguna clase escuché que Roberto Bolaño tenía un cuento llamado así, y me sorprendió que este tío también escribiera algunos debrayes sobre su enfermedad; el título me parece insuperable, así que me anexo a ese homenaje con viejas notas que escribí en algunos momentos especialmente difíciles de la Rinitis Atópica, es una lástima que perdí la mayoría de esta bitácora




2005, Ciudad de México

Me duele despertar así, con este sentimiento de orfandad, cuando se oye desde el otro lado de la calle los himnos de una iglesia cristiana improvisada, sin edificio, apenas un salón de fiestas listo para el domingo. Sus melodías me inquietan: tienen una dulzura de madre que me lastima, me hacen amarga la tos. Prendo la televisión, los Pumas van perdiendo, qué desayuno. Ante la enfermedad, nunca se tiene suficiente experiencia.

***
A veces me gustaría saber cómo comenzó todo, el momento preciso, la partícula exacta. No tengo rencores. Finalmente están en lo suyo: yo me crucé en su camino, no hay manera de ocultarse. Las señoras salen a barrer la acera y veo como ese polvo se levanta y se me clava en la nariz, como una gran orquesta que viaja a través del aire, tomada de la mano, hecha para fastidiarme la vida. Yo veo eso sobre mi camino y me resigno. Es por eso que, en lugar de odiar y maldecir, me lleno de ritos.


***
Y hemos compartido los días varios años y apenas nos conocemos. Me hacen triste, desgraciado, pero empiezo a entender su misión. La última vez hasta me puse metafísico en medio de la tos, me senté junto al garrafón de agua y subí mis pies sobre la silla; me balanceaba como en presencia de algo sagrado: era la palabra del dios de los bufidos y estertores, y, entonces, supe lo que significaba esta enfermedad y este momento. Nunca había sentido tal claridad en mi mente; me dieron ganas de correr, de gritar en medio de la madrugada y celebrar la revelación entre la gente dormida de la ciudad, incapaz de entender en su sano reposo. Así lo entendí esa noche, emocionado, y desde ese día estoy listo para sacar los frutos más reales y preciosos de mi enfermedad.

martes, 4 de marzo de 2008

Las enseñanzas de don Martin Scorsese


Aarón Espinosa Beltrán
Cuando, por fin, el señor Martin Scorsese recibió el ya desabrido premio de la academia como mejor director por Los infiltrados, hizo un gesto con las manos a manera de reproche, como exclamando “ya para qué…”, y es que ese Óscar tuvo un sabor a deuda pagada más que un reconocimiento real a su trabajo.

Y a decir verdad, para todos los que amamos su obra, da igual si se lo hubieran dado o no. En realidad, no lo necesita; pero no dudo que cierto orgullo haya quedado saldado dentro del hombre. Algo así como: “Al final, me tenían que dar la razón”.

Decía William Blake: “Si el necio persistiera en su necedad se volvería sabio.” La vuelta a un mismo dilema es lo que, finalmente, han hecho de Martin Scorsese un nombre importante en la historia del cine: el tema único de la soledad del héroe.

Según Joseph Campbell, el héroe mítico tiene que dar un periplo cargado de diferentes pruebas para completar su hazaña, casi siempre con las herramientas necesarias para superarlas; sin embargo, llega un momento en que debe enfrentar su destino completamente solo, sin ningún tipo de apoyo externo: es una prueba de carácter y voluntad espiritual.

Esta parte del héroe es la que tanto ha obsesionado a Scorsese. Desde uno de sus primeros héroes, Travis Bickle, de Taxi Driver, pasando por el atormentado Jesús de La última tentación, hasta un Di Caprio convertido, ahora sí, en hombre (y esto gracias a la mano del Maestro) en Los infiltrados, observamos el mismo dilema existencial del anti-héroe ante su inminente sacrificio redentor, solo ante la tarea de resolver un destino (o consecuencia) que se presenta ineludiblemente.

Así, por ejemplo, Travis Bickle busca un sentido conduciendo el taxi las 24 horas del día; después intenta acercarse a las mujeres, sin éxito, y por último, asesina a los padrotes de Jodie Foster, en una acción suicida que finalmente acaba por darle significado a su vida.

En La última tentación, Cristo busca enfrentar el sino mesiánico a través de sus discípulos, las mujeres, el Padre, pero ante la cruz, queda a solas con el diablo, sin más ayuda y con el riesgo de equivocarse.

Y así, cada uno de los personajes de Scorsese tiene que encarar la fatalidad de frente y a solas; las mujeres, los amigos, la familia o Dios no significan nada ante lo que viene, ante la misión personal: no existe una ayuda ni un refugio donde el hombre pueda recurrir; es una lucha interna, privada y única por lograr lo extraordinario personal, lo hermético. Victorias que no son celebradas por los otros, que no tienen acceso a ellas, que no las entienden; pero que al individuo, pleno en su voluntad, le dan un sentido último de triunfo y realización, y que en el caso de las películas de Scorsese, como espectadores, participamos de esa intimidad gloriosa.

Y esta es la sabiduría del director: en lo más importante de la vida individual, en la trascendencia de nuestro ser, estamos esencialmente solos, porque todo lo extraordinario y personal, es decir, la búsqueda de esa verdadera libertad, acechada por miles de voces, rompe siempre con nuestro alrededor, irremediablemente, en busca de su lugar único en nuestra vida, en nuestra redención.

lunes, 11 de febrero de 2008

LA PRUEBA REAL DE UNA BANDA DE ROCK


Hace ya un par de años tuve la oportunidad de ver a los Rolling Stones en su paso por México como parte de la gira mundial A Bigger Band. Francamente me esperaba a unos Stones sobrios, suficientes y ya con la visible factura del paso de los años. Me llevé una gran sorpresa al ver a una banda llena de fuerza sobrenatural, dando “todo” durante dos horas y media, que antes agotó al publico que bajar la intensidad de su música. Esa noche se logró por mucho aquello por lo que todos amamos el rock: la euforia.

Y es que no es cuestión de decibeles, ritmos enloquecidos o virtuosismo el que una banda de rock se lleve la noche. Es una mezcla de varias cosas, pero principalmente, es un asunto de actitud, de espíritu, algo que el músico siente y logra transmitir hacia la gente. Es, finalmente, un profundo acto de amor hacia el sonido, el tiempo, el instrumento, la voz, el ritmo, la cohesión, un orden y caos que acaba por retroalimentarse en los rostros de los asistentes. Todo músico lo sabe bien: basta mirar los ojos del público para saber qué tan bien se está tocando.

Estos son, según se publicó en la revista española Guitarrista N° 79, los mejores discos en vivo de todos los tiempos. Hay de todo y para todos, no sólo rock, por lo que siempre habrá algo bueno por conocer.

Sin lugar a dudas, la prueba definitiva para una banda de rock es lo que puede hacer sentir mientras están en el escenario.


Jimi Hendrix – Band Of Gypsys – (1970) Guitarrista: Jimi Hendrix.

Deep Purple – Made In Japan (1968) Guitarrista: Ritchie Blackmore.

Led Zeppelin – How The West Was Won – (2003) Guitarrista: Jimmy Page.

The Rolling Stones – Get Yer Ya Ya`s Out¡ Guitarristas: Keith Richards y Mick Taylor.

Stevie Ray Vaughan And Double Trouble – Live At Montreux – (1982 y 1985) Guitarrista: SRV.

Jimmy Page & The Black Crowes – Live At The Greek – (1999) Guitarristas: Jimmy Page, Rich Robinson Audley Freed.

Cream – Wheels Of Fire (1968) Guitarrista: Erick Clapton.

The Who – Live At Leeds – (1970) Guitarrista: Pete Townshend.

Albert King – Live Wire/Blues Power – (1968) Guitarrista: Albert King.

BB King – Live At The Regal – (1964) Guitarrista: BB King.

John Mclaughlin, Al Di Meola, Paco de Lucia – Friday Night in San Francisco – (1981).

Kiss – Alive – (1975) Guitarrista: Paul Stanley y Paul “Ace” Frehley.

Iron Maiden – Live After Death – (1985) Guitarristas: Dave Murray y Adrian Smith.

Motorhead – No Sleep `Till Hammersmith – (1981) Guitarrista: “Fast” Eddie Clarck.

MC5 – Kick Out The Jams – (1969) Guitarristas: Wayne Kramer y Fred “Sonic” Smith.

Ozzy Osbourne/Randy Rhoads – (1987) Guitarristas: Randy Rhoads.

Aerosmith – Live Bootleg - (1978) Guitarristas: Joe Perry y Brad Whitford.

AC/DC – If You Want Blood...You´ve Got It- (1978) Guitarristas: Angus Young y Malcom Young.

Peter Frampton – Frampton Comes Alive - (1976) Peter Frampton y Bob Mayo.

The Allman Brothers – At Fillmore East – (1971) Guitarristas: Duane Allman y Dickey Betts.

James Brown – Live At The Apollo – (1962) Guitarrista: Les Buie.

Johnny Cash – At San Quentin – (1969) Guitarristas: Johnny Cash y Carl Perkins.

Chep Trick – At Budokan – (1981) Guitarrista: Rick Nielsen.

Dire Straits – Alchemy – (1983) Guitarristas: Mark Knopfler y Hal Lindes.

Rory Gallagher – Live In Europe – (1972) Guitarrista: Rory Gallagher.

George Harrison & Friends – The Concert For Bangla Desh – (1971) Guitarristas: George
Harrison, Eric Clapton, Bob Dylan, Don Preston, y Pete Ham.

Bob Marley & The Wailers – Live¡ Guitarrista: Al Anderson y Bob Marley.

Lynyrd Skynyrd – One More From the Road – (1976) Guitarristas: Allen Collins, Gary Rossington, Steve Gaines.

Nirvana – MTV Unplugged in New York – (1995) Guitarristas: Kurt Cobain, Pat Smear, Cris

Kirkwood, y Curt Kirkwood.

Pink Floyd – Pulse – (1994) Guitarristas: David Gilmour y Tim Renwick.

Queen – Live Killers – (1979) Guitarrista: Brian May.

Rush – Exit Stage Left – (1981) Guitarra: Alex Lifeson.

UFO – Strangers In The Night (1979) Guitarra: Michael Schenker y Paul Raymond.

U2 – Under a Blood Red Sky – (1983) Guitarra: The Edge.

Steve Vai – Alive In Ultra World – (2001) Guitarra Steve Vai, Dave Weiner y Mike Keneally.

Velvet Underground – Velvet Underground Live With Lou Reed – (1974) Guitarristas: Lou
Reed y Sterling Morrison.

Neil Young & Crazy Horse – (1991). Guitarristas: Neil Young y Frank “Poncho” Sampedro.

jueves, 31 de enero de 2008

Miguel de Unamuno y el sentido de la vida


Aarón Espinosa Beltrán

Miguel de Unamuno fue sin duda un hombre representativo del mundo moderno; época que veía crecer una ola de progresos y libertades que de tan rápidas, causaban no poco temor y desconfianza. La velocidad y la fuerza de las ideas, las ciencias y las artes, todo el esfuerzo cognitivo y sensible de la humanidad, continuaban esa revuelta que había empezado con la Ilustración; el hombre, dueño ya de sus actos, eregido como un dios para sí, empezaba a experimentar un nuevo poder y libertad difícil de medir.

España, aún sujeta a la tradición católica, tardó mucho a incorporarse a la modernidad europea. Unamuno vive esa transición de una manera harto significativa para su país: su obra es una muestra de esa doble zona de fe y escepticismo que lo compelieron a buscar la verdad fuera del dogma de la religión; esto sin sentir un dejo de nostalgia por esa época donde la fe en “el otro mundo” no podía dudarse.

Unamuno amaba su tierra y a su gente, sabía (igual que Borges) que el dolor de un hombre puede mostrar el dolor de todos los hombres.
Una frase muestra el camino que recorrió a lo largo de sus días:

"Y bien, se dirá, ¿cuál es tu religión? Y yo responderé: mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he encontrarlas mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No puedo transigir con aquello de Inconocible [...] en todo caso quiero trepar a lo inaccesible".


La lucha de Unamuno contra Dios, contra ese misterio universal, no era otra cosa que encontrar la verdad sin mediaciones, la gran aspiración de Withman, el conocer el sentido de la vida más allá de la resignación de ser mortal y no poder aspirar a resolver el dilema de la existencia. Dado que ese dios es infinito, luchar con él es arrancarle sus misterios en la soledad poética en la que pretendió vivir Unamuno. Sus enormes ansías de conocimiento, motivaban una lucha sin descanso, un peregrinar sin retorno que no permitió jamás la entropía de su alma. Lo que ya estaba hecho, lo terminado, eran sinónimos de muerte espiritual, de embotamiento.

La meta era imposible, pero sólo en esta vida: Unamuno nunca dejó de creer en el cristianismo, y creía que ser cristiano era ser un gladiador, un campeón en la batallas de la existencia, un ser que podía sufrir y esperar todo, y que, en una postrimería, alcanzaría una plenitud de conocimiento que disolvería todas las interrogantes de esta vida. Pero las respuestas no estaban en los libros sacros o en la mera especulación: la verdad estaba en la vida misma, en los actos simples del Hombre, en el libro de la experiencia común, significativa y diáfana del ser humano. La verdad es esa sinceridad que el hombre no puede encontrar porque esta sujeto a fuerzas basadas en la pretensión y el disimulo; los hechos exteriores no dicen la verdad del hombre: ésta siempre será un esfuerzo interno por ennoblecer y elevar el espíritu, y esta búsqueda tiene que tener un carácter reflexivo y pragmático, siempre en movimiento y en consonancia con sí mismo, siempre honesto, por lo tanto, puro.
Unamuno luchó por una espiritualidad más sincera y real que la tradición católica, toda su obra está impregnada de este deseo de encontrar la plenitud en esta vida, una conciliación entre la fe y la razón, un punto intermedio donde no chocaran esas dos fuerzas por naturaleza antagónicas. Unamuno amaba a Dios, pero también se amaba a sí mismo como libre pensador. Y en esa dicotomía entre la carne y el espíritu se mantuvo constante hasta que, agotado de cansancio, un día se durmió en su mesa camilla para siempre jamás.

miércoles, 30 de enero de 2008

Lo que no se dice, mata: a propósito de Benito Cereno de Herman Melville


Aarón Espinosa Beltrán


Para mi limitada biblioteca personal, sólo dos textos de Herman Melville bastan para colocarlo en el pedestal de los dioses de la literatura: Bartleby y Benito Cereno. Y aunque entre estos dos la referencia obligada es Bartleby por su condición precursora del siglo kafkiano, aún tengo muy viva la impresión de Benito Cereno como una obra de intensidad agotadora.

Benito Cereno es el encuentro del capitán norteamericano Amasa Delano con un desvencijado navío español, lleno de esclavos negros, capitaneado por don Benito Cereno, un criollo nativo de la provincia de Chile, en un solitario puerto sudamericano. Desde el inicio, Delano se da cuenta de la serie de inconsistencias y anormalidades que operan en la nave, misterios que finalmente se resolverán de una manera inesperada, sorprendente y oscura.

No es el propósito de este comentario estropear el trabajo narrativo de Melville, simplemente quisiera resaltar las dos virtudes narrativas que colocan a este extenso cuento en la categoría de obra maestra: la incertidumbre y la insinuación.

Con gran habilidad, el autor nos dimensiona en la limitada perspectiva del capitán Delano, involucrado ya en la nerviosa tarea de entender y dar lógica a los hechos acontecidos en la nave española, tanto por un deseo genuino de ayudar, como por un elemental instinto de seguridad y supervivencia de él y su tripulación.

Ya colocados en esa única dirección, personaje y lector se ven inmersos en un mar de sospechas, conjeturas e inferencias dadas a partir de los pocos e inconexos signos que Delano percibe; así, la ansiedad del personaje por saber la verdad contagia al lector, logrando así un sentido de tensión y agobio pocas veces logrado con tanta maestría en la literatura.

Y aunque el suspenso narrativo es moneda común en casi cualquier narrativa respetable, la segunda virtud, la insinuación, lo coloca más allá de la emoción del género de aventura marítima para darnos una estremecedora lección de valores y anti-valores humanos.

Encontramos aquí (sin entrar en detalles que perjudiquen la emoción de leer Benito Cereno) la generosidad, la valentía y la justicia confrontadas con la perversidad, la crueldad y la violencia. Y aunque estos son valores que podemos encontrar de forma elemental hasta en las películas de Disney, aquí no existe ningún afán moralizante, antes, parece brillar con más potencia, de manera muy disimulada y sutil, el aspecto negativo del hombre, su capacidad para la vileza más extrema.

Como un ejemplo remarcable de esto, la última conversación que sostiene Delano con Benito Cereno es la más relevante en este aspecto, y a mí gusto, uno de los logros literarios más admirables de la narrativa norteamericana. Al final del cuento, cuando todas la incógnitas se resuelven –de una forma más clara que en Bartleby, hay que decirlo- hay una frase expresada por Cereno que impacta aún más que toda la descripción de los hechos acaecidos en el barco; una frase que a mi parecer narra, sin decir absolutamente nada, todo aquello que de tan perverso es mejor no mencionarlo, pero que sin dudad es tan poderoso, que ha pesar de ser tocado tangencialmente, nos insinúa su negra profundidad; la verdad, lo que aconteció realmente en ese barco, queda guardado en los personajes como un secreto tremendo e inenarrable, que bajo el contexto de lo sucedido, podría abarcar todo el rango de lo que podemos considerar terrible y aberrante en la oscura condición humana, ahí, rodeados de la nada marítima, hombre frente a hombre, dejados a merced de sus verdaderos instintos primarios.

Melville, un verdadero genio de la literatura.

lunes, 28 de enero de 2008

DISQUERAS INDEPENDIENTES -MÁS ALLÁ DE UN GRAN NEGOCIO-


A partir de la década de los cincuenta, el movimiento musical independiente comenzó a marcar vanguardia dentro de la industria del rock, inyectando novedad y frescura a la música controlada por los oligopolios trasnacionales. El subterráneo ha incubado miles de bandas que a la postre han saltado a la superficie para marcar tendencia e influir en la redefinición de la música popular. Texto: Efraín Alavez Sánchez

Cuando el rock and roll nació después del término de la segunda guerra mundial, la industria discográfica estaba dominada por media docena de grandes compañías disqueras: Capitol, MGM, Decca, Mercury, Columbia y RCA. Estas compañías se movían en el terreno fértil y seguro de la música popular, dejando en las compañías pequeñas y regionales los ritmos especializados como el R&B y el country.

Algunos críticos como Charlie Gillett´s observan al nacimiento del rock como un fenómeno derivado gracias al trabajo y labor de las disqueras independientes que desarrollaron y comercializaron la música que las grandes compañías estaban ignorando. Muchos de los ejecutivos de estas compañías desvaloraban a sus artistas firmándolos bajo contratos de explotación sin derechos a sus regalías. Mientras esto ocurría, visionarios como Sam Philipps, que trabajaba para Sun Records, y Jerry Wexler, que lo hacía para Atlantic, buscaban bandas motivados en gran medida por el talento de los artistas antes de percibirlos como mercancías para obtener beneficios económicos.

A mediados de los cincuenta, la música que se había bautizado con el nombre de Rock and Roll se estaba convirtiendo en una pieza importante del mercado de la música popular. La gran mayoría de los primeros discos del rock and roll fueron grabados en disqueras independientes que se convirtieron en legendarias al paso del tiempo. Este fue el caso de Sun, Atlantic, Specialty, Chess, Imperial, Modern, VeeJay, King, y Duke/Peacock.

Las disqueras trasnacionales respondieron ignorando por completo al rock como es el caso de Columbia, otras grabaron versiones enfocándolos al mercado pop. Innovadores como Bill Haley y Elvis Presley firmaron con disqueras trasnacionales y se convirtieron en grandes fenómenos después de haber nacido bajo el manto de disqueras independientes. Por otro lado, artistas como Gene Vincent y Buddy Holly fueron firmados por las grandes disqueras sin haber grabado nunca antes, convirtiéndose rápidamente en figuras del rock de los años 50´s.

A finales de esta década, las disqueras independientes eran responsables de producir la mitad de los sencillos que aparecían en el Top Ten y para la década de los 60´s continuarían siendo una fuerza importante en el mercado del rock. Disqueras como Kama Sutra, Red Bird, Philles, Stax/Volt, desarrollarían artistas substanciales, y la naciente Motown se transformaría en la disquera independiente más exitosa de todos los tiempos, estableciendo una presencia comercial importantísima rivalizando así con las grandes compañías mediante la producción de artistas de R&B y soul.

En las Islas Británicas, mientras los Beatles reclamaban una gran rebanada del pastel del mercado internacional, la situación era más restrictiva. Virtualmente, los artistas ingleses tenían cuatro opciones: EMI, Decca, Pye and Philips. Estas manejaban una amplia variedad de artistas con una propuesta más aventurada que su contraparte en los Estados Unidos. Las disqueras independientes empezaron a ganar presencia e importancia gracias a la selección de artistas que produjeron el rock más innovador de la década de los 60´s. como lo fueron Small Faces, The Who, Cream, Traffic, Jimi Hendrix y, a finales de la década, The Beatles. Sellos independientes como Immediate, Reaction, Track, Island y Apple, desarrollaron sonidos más progresivos. Cabe mencionar que las pequeñas disqueras se vieron beneficiadas por la distribución que las compañías hegemónicas realizaban de sus productos en el territorio británico. En los Estados Unidos existieron disqueras independientes que atrajeron artistas con un sonido más experimental, especialmente Elektra, que con The Doors se establecieron como sellos de vanguardia.

En los 70´s fue la década de la conglomeración, es decir, las grandes disqueras expandieron su poderío y establecieron contratos de distribución con los sellos independientes más exitosos. El movimiento punk creó bajo el término de D.I.Y. (Do It Yourself) importantes sellos independientes como Stiff que dieron a conocer bandas que eran despreciadas por las grandes compañías y que intentaban redefinir su sonido e imagen.

En los ochenta, los sellos independientes se moverían esencialmente bajo términos más sociopolíticos. Muchos artistas, críticos, dueños de pequeñas disqueras, y obviamente los fanáticos tomaron una postura de rechazo en contra de las grandes disqueras viéndolas como empresas con una tendencia a la homogeneización, a la destrucción de la creatividad y al freno de la originalidad en la expresión artística.

Sellos como SST, Alternative Tentacles, Touch & Go, Sub Pop y 4AD desarrollaron sonidos y estilos característicos y únicos. Otros como Slash trataron de jugar en ambos campos mediante la firma con grandes disqueras para distribuir su material. Este sería una gran táctica para eliminar o disminuir el impacto de la música alternativa: deshacer o evitar los contratos de distribución con las disqueras independientes más exitosas.

En los 90´s el éxito internacional de Nirvana impulsó a una generación a hacer su propia música bajo sus propios medios, influenciadas adicionalmente por bandas alternativas como Pearl Jam, Nine Inch Nails, Liz Phair, y Beck.

Esta gran explosión musical de 50 años de vida no se hubiera llevado a cabo sin los esfuerzos y visión de las disqueras independientes quienes fueron las primeras en grabar y desarrollar la mayoría de la música experimental, progresiva y vanguardista. Actualmente, todas las disqueras independientes continúan peleando con los mismos obstáculos: distribución limitada, presupuestos restringidos, exposición acotada en los medios. Sin embargo, continuarán teniendo una incuestionable influencia en la música popular mientras el rock siga existiendo.

viernes, 25 de enero de 2008

Rock y Letras


Este blogg fue creado con la intención de fusionar dos expresiones intensas e irreverentes: El Rock y la Literatura. Bienvenidos.